En la primavera de 1728 la situación internacional se caracterizaba por una alarmante inestabilidad, por lo que muchos contemporáneos esperaban el estallido de una guerra paneuropea. Problemas como la cuestión de la suspensión de la Compañía Imperial de Ostende, la restitución de Gibraltar y Menorca, o el establecimiento de una secundogenitura española en Italia convirtieron a Europa en un polvorín a punto de estallar. Sin embargo, en junio de 1728, los diplomáticos de Europa se reunieron en la ciudad episcopal...